martes, 22 de mayo de 2012

Aldous Huxley, La puerta de la percepción.

- Que me dice  de las relaciones espaciales? indagó el investigador, mientras yo miraba a los libros. 


Era difícil la contestación. Verdad era que la perspectiva parecía rara y que se hubiera dicho que las paredes de la habitación no se encontraban ya en ángulos rectos. 
pero esto no era lo importante.
Lo verdaderamente importante era que las relaciones espaciales habían dejado de importar mucho y que mi mente estaba percibiendo el mundo en términos que no eran los de las categorías espaciales. En tiempos ordinarios, el ojo se dedica a problemas como Donde?, A qué distancia? Cual es la situación respecto a tal o cual cosa ? En la experiencia de la mezcalina, las preguntas implícitas a las que el ojo responde son de otro orden.


El lugar y la distancia dejan de tener mucho interés. La mente obtiene su percepción en función de intensidad de existencia, de profundidad de significado, de relaciones dentro de un sistema, Veía los libros, pero no estaba interesado en las posiciones que ocupaban en el espacio. Lo que advertía, lo que se grababa en mi mente,  era que todos ellos brillaban con una luz viva y que la gloria era en algunos de ellos más manifiesta que en otros. En relación con esto la posición y las tres dimensiones quedaban al margen. Ello no significaba, desde luego, la abolición de la categoría del espacio. Cuando me levanté y caminé pude hacerlo con absoluta normalidad, sin equivocarme en cuanto al paradero de los objetos. El espacio seguía allí. Pero había perdido su predominio. La mente se interesaba primordial-mente no en las medidas y las colocaciones, sino en el ser y el significado.

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